Un reciente estudio belga descubrió que los adolescentes que pasaban más de 100 horas nadando en piscinas cloradas tenían hasta seis veces más riesgo de padecer asma que otros adolescentes que nadaban sobre todo en piscinas desinfectadas con una mezcla de cobre y plata. Del mismo modo, las probabilidades de padecer fiebre del heno eran entre tres y seis veces mayores entre quienes nadaban en piscinas cloradas durante más de 100 horas.
Según los toxicólogos, estas cifras significan que el impacto de los productos químicos de las piscinas en la salud respiratoria de niños y adolescentes en términos de incidencia de asma y enfermedades alérgicas parece ser más significativo que el asociado al humo de segunda mano.
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