Este es el reportero de CNN Don Lemon, preguntando a una mujer que ha acusado al cómico Bill Cosby de agresión sexual si podría haber evitado realizar sexo oral forzado.
Recientemente, el think tank American Enterprise sugirió que las mujeres contribuyen a sus propias agresiones sexuales "intoxicándose gravemente". Un escritor de Slate sugirió una "solución" similar a la epidemia de agresiones sexuales en los campus universitarios.
Y a principios de este año, una empresa inventó un esmalte de uñas que cambia de color si la persona que lo lleva ha estado expuesta a una droga habitual en las violaciones en cita.
Todas estas estrategias hacen recaer en las víctimas la responsabilidad de prevenir las agresiones sexuales.
La reducción del riesgo sí tiene un papel en la disminución del número de violaciones, agresiones y abusos cometidos.
Pero no es la solución. Peor aún, esta línea de conversación distrae del verdadero problema: los agresores.
Sugerir que las víctimas deberían haber evitado sus propias agresiones -como hizo Don Lemon en esa entrevista- es sugerir que los violadores sólo violan porque la víctima les dio la oportunidad.
La carga de la prevención no recae en la víctima.
Es lo mismo que culpar al propietario de una casa de un asalto porque no tenía rejas en las ventanas, o decir que se lo merecía por vivir en la parte equivocada de la ciudad. En lugar de centrar nuestra energía en tratar de determinar lo que la víctima podría haber hecho de otra manera, tenemos que centrarnos en los autores.
Decir a los supervivientes que deberían haber evitado el delito no ayuda a nadie.
