Una agresión sexual es una experiencia enormemente traumática. Lamentablemente, se calcula que 1 de cada 6 estadounidenses, en su mayoría mujeres, la comparten.
Las secuelas de una violación o agresión sexual pueden ser casi tan traumáticas como el propio suceso.
Completar un examen forense de agresión sexual (o "kit de violación") puede ser muy difícil. Las víctimas deben evitar ducharse, ir al baño o cambiarse de ropa. Pasan horas en el hospital para someterse a un examen médico de pies a cabeza y recibir tratamiento por cualquier lesión. Se les hacen raspados y frotis para obtener pruebas de ADN; se toman muestras de sangre, pelo y orina. Después, las pruebas del kit de violación se entregan a la policía.
La buena noticia: el proceso preserva las pruebas y da a la víctima la esperanza de que se haga justicia.
La mala noticia: probablemente sea una falsa esperanza.
En Estados Unidos hay 400.000 kits de agresión sexual sin analizar, según estimaciones del Departamento de Justicia.
Esto es un gran problema por dos razones.
El sistema judicial está fallando a las víctimas de violación
Uno de los grandes problemas del retraso de los kits de violación es que demuestra que no hubo ninguna posibilidad de justicia o resolución para muchísimas víctimas.
Imagina que sufres una agresión sexual aterradora y dañina: tu vida cambia irrevocablemente. Cuando su agresor no es castigado -o tal vez ni siquiera es identificado- esa falta de resolución agrava el trauma de muchas supervivientes de agresiones sexuales.
El 68% de las víctimas de agresiones sexuales no denuncian el delito. Eso significa que apenas el 30% de las agresiones tienen siquiera la posibilidad de ser investigadas.
El 97% de los violadores nunca van a la cárcel por sus delitos.
Las víctimas lo ven como un fracaso continuo a la hora de identificar, perseguir y castigar a los violadores. Esto no inspira confianza en el sistema judicial.
La baja tasa de denuncias contribuye a la absurdamente baja tasa de castigo de los delitos sexuales.
A la inversa, el bajo índice de castigo hace mucho más difícil convencer a las víctimas de que denuncien a la policía y se sometan a exámenes invasivos y kits de violación.
Peor aún, el retraso existente en el análisis de los kits de violación significa que pueden pasar muchos meses -a veces, años- hasta que se analice un kit recién enviado. Es mucho tiempo de espera para una víctima, y aún más desincentivo para que denuncie a la policía.
Fracaso de la prevención
La justicia para las víctimas de abusos sexuales es un asunto muy serio. Sin embargo, hay un problema mayor con el retraso de los kits de violación: muchos violadores son reincidentes.
Según diversos estudios, hasta dos tercios de los violadores admiten haber cometido múltiples agresiones sexuales. El hecho de que no se denuncien todas las violaciones y agresiones sexuales complica las estadísticas, pero la media se sitúa entre 5 y 6 víctimas por violador.
Algunos de esos 400.000 kits de violación no analizados tienen décadas de antigüedad. Hay decenas de miles de violadores en serie que nunca fueron identificados ni detenidos. Es probable que haya otros miles a los que nunca se relacionó con todos sus delitos.
Si se hubieran analizado y catalogado siquiera la mitad de esos kits de violación, supondrían una enorme contribución a la base de datos nacional de ADN.
¿Cuántos delitos de agresión sexual podrían haberse evitado?
No podemos romper este peligroso ciclo sin acabar con el retraso en el análisis de los kits de violación y dar a cientos de miles de víctimas de agresiones sexuales la oportunidad de que se haga justicia.