En 2010, Stewart Dolin empezó a tomar el antidepresivo paroxetina, la forma genérica de Paxil. Cinco días después de empezar a tomarlo, este abogado de Chicago de 57 años se arrojó al tren y se suicidó.
Su esposa, Wendy Dolin, cree que su marido sufría acatisia, un estado de agitación psicológica y física aguda, que es un efecto secundario de la droga. La acatisia es un estado inducido por la droga. Provoca inquietud, ansiedad e impulso de moverse. Puede ser difícil distinguir los síntomas de acatisia de la ansiedad y la depresión.
La Sra. Dolin demandó al fabricante de Paxil, GlaxoSmithKline, por advertencias insuficientes sobre los riesgos asociados al antidepresivo. A principios de esta primavera se le concedieron 3 millones de dólares en su caso de muerte por negligencia.
La Sra. Dolin ganó el caso a pesar de que GlaxoSmithKline no fabricaba la forma genérica de Paxil que tomaba el Sr. Dolin. Argumentó que GlaxoSmithKline "seguía siendo responsable porque los medicamentos son idénticos y tienen el mismo etiquetado", según el Chicago Tribune. GlaxoSmithKline ya no vende Paxil en Estados Unidos.
A través de esta demanda, GlaxoSmithKline hizo públicos datos sobre los primeros ensayos clínicos de Paxil que revelaban una serie de suicidios e intentos de suicidio. Según el The New York Timesla etiqueta de advertencia del Paxil se modificó en 2006 para advertir de que "la frecuencia de conductas suicidas era [6,7 veces] mayor en pacientes tratados con paroxetina que con [placebo]" en adultos de todas las edades con trastorno depresivo grave. Esa etiqueta se sustituyó en 2007 por la advertencia obligatoria de la FDA que afirma que el mayor riesgo existe entre los menores de 25 años.
Según el Centro Nacional de Estadísticas Sanitarias, uno de cada siete adultos estadounidenses mayores de 40 años ha recetado un antidepresivo.
Desde la muerte de su marido, Wendy Dolin ha fundado una organización sin ánimo de lucro para concienciar sobre la acatisia y aboga por la seguridad de los pacientes.
