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Seguridad de los juguetes: ya no se trata sólo de asfixia

Para los niños, la Navidad suele significar una cosa: más juguetes.

Ni que decir tiene que, a la hora de confeccionar la lista de juguetes que desean, los niños no prestan demasiada atención a los posibles riesgos para su seguridad. Sin embargo, los estudios demuestran que estos riesgos son muy reales y no deben tomarse a la ligera.

La atención de los expertos en seguridad de los juguetes ha cambiado mucho en los últimos años. Antes, la seguridad de un juguete se basaba sobre todo en sus riesgos mecánicos, como piezas pequeñas que pudieran tragarse o bordes afilados que pudieran provocar cortes. Aunque estos riesgos se siguen vigilando, en los últimos años ha aumentado la concienciación sobre los productos químicos sintéticos -y potencialmente peligrosos- que se utilizan en la fabricación de juguetes.

En Estados Unidos se comercializan decenas de miles de sustancias químicas industriales cuyos efectos sobre la salud a largo plazo nunca se han analizado; se utilizan en equipos electrónicos de uso cotidiano, productos cosméticos, envases alimentarios y un número creciente de productos infantiles.

Existe la creencia generalizada, aunque no verificada científicamente, de que los riesgos para la salud son mínimos porque los productos químicos se utilizan en pequeñas cantidades y rara vez pueden atribuirse a una enfermedad concreta.

Sin embargo, a los científicos les preocupa que el riesgo de exposición a sustancias químicas potencialmente peligrosas sea mucho mayor en los niños que en los adultos. Los jóvenes tienen sistemas inmunitarios poco desarrollados y son mucho más propensos a sufrir los efectos de la exposición a dosis bajas de sustancias químicas como el plomo y los ftalatos. Además, los niños suelen llevarse los juguetes a la boca y, por tanto, están más directamente expuestos.

Aunque todo esto suene alarmante, existen leyes federales y varios grupos de vigilancia que trabajan para garantizar que los productos infantiles mantengan altos niveles de seguridad. En 2008, el Congreso aprobó la Ley de Mejora de la Seguridad de los Productos de Consumo. Ampliaba el presupuesto del gobierno para supervisar el modo en que se fabrican los bienes de consumo. También reforzó el poder coercitivo para retirar más rápidamente del mercado productos potencialmente insalubres. Los expertos afirman que la ley es un paso en la dirección correcta, pero que sólo puede llegar hasta cierto punto, ya que muchas sustancias químicas siguen sin estar reguladas.

El Public Interest Research Group publica cada año un informe sobre la seguridad de los juguetes. El informe incluye datos específicos sobre retiradas de productos, tendencias del sector y ofrece recomendaciones y herramientas útiles para los padres: The Trouble in Toyland Report.

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