Un jurado del condado de Lancaster concedió a una madre de Pensilvania, que demandó a médicos y a una consulta médica por la muerte en 2010 de su hija de 32 días, 4 millones de dólares por daños y perjuicios. La niña murió por complicaciones de la tos ferina. El jurado también concedió más de 1,1 millones de dólares por una demanda de muerte por negligencia y casi 1,9 millones de dólares por una demanda de supervivencia.
Michelle Goldstein interpuso una demanda civil en marzo de 2016, alegando que Lancaster Pediatric Associates debería haber diagnosticado y tratado antes a su hija, ya que la madre había descrito tener ella misma síntomas de la enfermedad y había solicitado que se hicieran pruebas al bebé. La madre indicó que había estado recientemente de viaje en California, donde se había producido un brote de tos ferina.
Según el memorando de la conferencia previa al juicio de Goldstein, la niña nació el 5 de septiembre de 2010 y murió por complicaciones causadas por la tos ferina apenas 32 días después. El bebé había nacido tres semanas antes de tiempo y había empezado a tener una tos inusual apenas dos días después del nacimiento.
En la nota también se afirmaba que el bebé había tenido ataques de tos delante de los médicos citados en la denuncia. La madre había mencionado su reciente visita a California y también que se había producido un brote de tos ferina en los condados de Lancaster y York. Sin embargo, según la nota, los médicos acabaron desestimando sus preocupaciones, considerándolas propias de una madre primeriza paranoica.
El 14 de septiembre de 2010, la madre llevó al bebé a un centro de urgencias donde le indicaron que tomara un antitusígeno de venta libre. Sin embargo, el estado del bebé siguió empeorando y finalmente se le realizó una radiografía de tórax. Finalmente, un médico coincidió con la recomendación de una enfermera de que el bebé debía ser tratado con un inhalador para tratar su congestión.
Los médicos, sin embargo, negaron que Goldstein les hubiera dicho que comprobaran si tenía tos ferina. Sin embargo, el jurado dio crédito al testimonio de la madre y rechazó el argumento de que descubrir antes la enfermedad no habría salvado al bebé. En su memorándum previo al juicio, los médicos alegaron que su tratamiento se ajustó a las normas de atención médica y que ninguno de ellos se habría negado a hacer la prueba de la tos ferina al bebé si la madre se lo hubiera pedido.
El jurado declaró responsables a la consulta y a dos de sus médicos de dos visitas, cuando el bebé empezó a mostrar síntomas. El fallo se produjo al término de un juicio, que duró más de una semana, ante el tribunal de Lancaster County Common Pleas. El jurado determinó que los dos médicos que atendieron al bebé al principio no fueron negligentes, pero que los Asociados Pediátricos de Lancaster tuvieron un 50% de culpa en la muerte. Los otros dos médicos, cada uno de los cuales fue declarado negligente, también fueron declarados culpables en un 25%.
Una enfermera llegó a un acuerdo no revelado antes del juicio. Sin embargo, la hoja del jurado sugería que el jurado no creía que la enfermera fuera negligente. Según el Trib Live, un abogado de Lancaster Pediatric Associates afirma que planean apelar el veredicto.