La semana pasada, Tereasa Martin, la madre de una joven que apareció muerta en un congelador de un hotel de Rosemont, presentó una demanda contra el hotel Crowne Plaza Chicago O'Hare; su contratista de seguridad, Capital Security; e incluso el restaurante, Murray Bros. Caddyshack, que supuestamente alquilaba el local donde se encontró a la mujer fallecida.
En la madrugada del 9 de septiembre de 2017, Kenneka Jenkins, de 19 años y natural de Chicago, desapareció tras asistir a una fiesta celebrada en una sala del Crowne Plaza. Tras la desaparición, su familia fue a buscarla, pero las autoridades no encontraron su cuerpo hasta 20 horas después. Un vídeo de vigilancia difundido por la policía mostraba a Jenkins dando tumbos por el hotel hasta acabar en la cocina, y posteriormente doblando la esquina donde se encontraba el congelador.
El informe de la autopsia de la oficina del forense del condado de Cook indicaba que a la muerte de Jenkins contribuyeron "significativamente" la hipotermia, junto con el alcohol y un medicamento utilizado para tratar la epilepsia y las migrañas.
En la demanda se alega que los demandados fueron negligentes por no asegurar el congelador, que se encontraba en una cocina sin uso, y por no realizar una búsqueda adecuada cuando Jenkins desapareció de una fiesta.
En concreto, la demanda alega que el hotel tenía otros congeladores que se mantenían cerrados e inaccesibles al público. El congelador en el que se descubrió a Jenkins no sólo no estaba asegurado, sino que tenía "una pegatina pegada que estaba completamente descolorida y no daba instrucciones sobre cómo desbloquear el sistema de cierre de la puerta". En su investigación, la policía de Rosemont descubrió que la puerta no podía abrirse desde el interior a menos que se empujara un tirador circular para liberar la trampilla. Según la policía, el mecanismo parecía funcionar correctamente.
Además, la demanda también afirma que Jenkins se había cruzado con varios empleados del hotel mientras deambulaba por los distintos pasillos. La demanda afirma que "[s]i los demandados y empleados y/o agentes del Crown Plaza hubieran observado a [Jenkins] visiblemente desorientada, confusa y perdida dentro de sus instalaciones, habrían impedido que entrara en la cocina abandonada y evitado su muerte".
En la demanda también se alega que el hotel y el personal de seguridad no revisaron las grabaciones de las cámaras de seguridad con suficiente celeridad después de que se denunciara la desaparición de Jenkins. Esta supuesta falta de urgencia provocó inicialmente protestas fuera del hotel y contribuyó a que circularan teorías conspirativas y especulaciones por las redes sociales.
En cuanto al restaurante, aunque no abrió sus puertas hasta abril de 2018, había firmado el alquiler del local en julio de 2017. Por lo tanto, la denuncia alega que el restaurante debería haber asegurado el espacio y haberse asegurado de que el congelador estuviera apagado.
Según la demanda, la familia solicita una indemnización de 50 millones de dólares por daños y perjuicios, que incluye compensación por dolor y sufrimiento, angustia mental, gastos funerarios y de entierro, y daños punitivos.
Un portavoz del hotel hizo público un comunicado en el que afirmaba que el Crowne Plaza tiene previsto luchar contra la demanda. Los representantes de la empresa de seguridad y del restaurante aún no han hecho declaraciones públicas.
