Recientemente se informó de que un niño neoyorquino de 7 años permanecía hospitalizado en estado crítico en coma inducido tras ser atropellado por un coche mientras perseguía un camión de helados. El padrastro del niño dijo que su esposa había advertido al niño que no persiguiera al camión de helados, pero antes de que pudiera detenerlo, el niño "abrió la puerta y echó a correr."
Esta triste historia pone de relieve la necesidad de vigilar atentamente a los niños pequeños cuando juegan al aire libre o pasean por la calle. Los niños pequeños no tienen el juicio necesario para identificar situaciones peligrosas y actuar con la precaución adecuada.
Sin embargo, incluso con las mejores precauciones, los accidentes ocurren. Lo malo es cuando la probabilidad de accidente aumenta por la negligencia de otros, incluido el ayuntamiento responsable de mantener la seguridad de las calles del barrio. En la historia anterior, los vecinos del niño describieron la calle donde fue atropellado "como un accidente a punto de ocurrir". Al parecer, la calle es un estrecho tramo de dos carriles de una milla de longitud que conecta dos vías principales y en el que los automovilistas superaban con regularidad el límite de velocidad establecido de 30 mph. Muchos vecinos temían que un niño resultara herido en algún momento debido a estas condiciones. No está claro si el ayuntamiento fue informado de esta situación de inseguridad y qué precauciones podría haber tomado para responder a las preocupaciones de los residentes.
Por ejemplo, un estudio de abril de 2004 titulado A Matched Case-Control Study Evaluating the Effectiveness of Speed Humps in Reducing Child Pedestrian Injuries y publicado en el American Journal of Public Health concluyó que los badenes aumentan la seguridad de las calles de los barrios para los niños.