Un ingeniero de tráfico defiende a los peatones y la seguridad
Durante décadas, la atención de los ingenieros que construyen carreteras y autopistas se ha centrado en crear vías más anchas y rápidas para dar cabida a un tráfico en constante aumento.
Al centrarse en un transporte más eficiente, la ingeniería civil puede haber perdido de vista lo más importante: la seguridad pública.
El ingeniero Charles Marohn describe las prioridades que los ingenieros aprenden en la escuela como:
1. Velocidad
2. Volumen de tráfico Volumen de tráfico
3. Seguridad
4. Coste
Tras años siguiendo estas directrices, creando "autopistas" a través de las ciudades y viendo las consecuencias, Marohn empezó a considerar la planificación de las consecuencias humanas. Escribió:
"Tomar las normas de las autopistas y aplicarlas a las calles urbanas y suburbanas, e incluso a las carreteras comarcales, nos cuesta miles de vidas cada año".
Marohn ha desarrollado una filosofía en la que la seguridad es lo primero. Las calles que atraviesan las ciudades no son hipódromos de alta velocidad: los carriles deben ser más estrechos, las aceras más anchas y los límites de velocidad más bajos.
En las ciudades donde se ha aplicado su teoría, los accidentes de tráfico y las lesiones han disminuido drásticamente. El valor de la propiedad ha aumentado, hay más peatones que frecuentan los comercios locales y los ciudadanos disfrutan de una mayor calidad de vida.
Este es un gran recordatorio de que, aunque pensar en la seguridad "de acuerdo con las normas" puede cumplir los requisitos básicos, siempre debemos tratar de mejorar esas normas, aunque ello signifique replantearse una mentalidad establecida.
The Atlantic Cities, ¿Qué ocurre cuando una ciudad antepone las personas a los coches?